domingo, 15 de enero de 2012

Entre tes doigts



Putas. El vaso vacío me mira desde la mesa, la habitación no me deja respirar, la euforia en el suelo, y yo tirado en la cama con la mirada perdida en el gotelé.
El tiempo se ha vuelto un juguete roto; malvendido o regalado, acaba en la basura. Mi móvil te espera como a mí parece esperarme la muerte; quisiera llorar entre tus pechos, derramar hasta la última lágrima que me he guardado: angustias, frustraciones; volver a nacer... pero solo me responde el silencio.

Un solo gesto, dejar caer la mano, abrir la jaula de la bestia: el suelo, los libros, la ropa, el dinero, los armarios, el ordenador, el techo... y cuando no quede nada, yo. 
Se acabaron los determinismos, yo elijo.

En ese momento, cuando empiezo a consumirme, abro la ventana.
Una pausa en el tiempo...calma... la mirada de un transeúnte perdido se fija en mi ventana, pero no son tus ojos los que miran.

Estrepitoso estallido, atronador trueno, descarga de rabia; explosión que reanuda el motor de los segundos. Ya estoy de pie, los brazos abiertos al oscuro cielo sin estrellas, me sumerjo en el torbellino de fuego, flecha que va directa a clavarse en lo más hondo del firmamento; una señal que marca en la lejanía una de las más bellas expresiones de arte.

El veneno se consume en mis venas, se pierde en el aire.
Imposible de apagar, se disipa por la ciudad, te busca... pero no te encuentra. 

Será el calor de la incandescente pasión apagada, cuando al primer rayo de Sol, de esta mañana, se vuelva niebla.  Y como niebla, busque prolongar tu dulce sueño hasta matar mi pesadilla. 

El vaho ha empañado el cristal del autobús, y yo he dibujado una línea en él.
El suspiro acompaña la sonrisa; nada parece haber pasado...
Solo esa pasividad criminal... que acompaña tus pensamientos.

ISM











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