Bajo un cuarto creciente anaranjado, el firmamento se iba desnudando poco a poco ante mis ojos, mientras el pueblo encendía sus luces y las cigarras cantaban sus canciones.
Sin tiempo en el espacio, las preocupaciones se perdían con el fresco suspiro de una noche de verano.
En el termo, un té caliente terminaba por bendecir la gloria del momento; y al final, tumbado en la hierba caía de nuevo en un pequeño sueño...
Y de sueño, en sueño, caí en la realidad del momento. Sentado en la cama y aún somnoliento, en esta temprana noche de invierno, fría e incomoda, recordé con una tímida sonrisa aquellos bellos momentos.
ISM
1 comentario:
Me encantan las personas que saben trasladarte a lugares con las palabras, good job! jajaj.
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