Bajo el faldón de la prudencia te buscaba; sobre el telón de la vergüenza te encontré; pues no quise darme cuenta, y sin orgullo me quede.
Daño me hizo, en mis fantasías respuestas hallar; a lo que meramente era, pura casualidad.
Aprendido está, en la experiencia escrito resta, que quien sólo sueña, nada apresta.
Ahora honesto, te confieso,
que no hay naufragio inesperado; ya que en otro barco me hallo refugiado. Mas no resten estos versos a mi constancia importancia; pues tu amor a esperar estoy preparado, si en mi corazón lo añorado se viese aliviado (Iván Sanmar)
No hay comentarios:
Publicar un comentario